Cuando hay interrogantes, no hay más remedio que preguntar. Cuando Sócrates decía: «Solo sé que no sé nada», no lo decía por conformarse con un no saber nada. Es un reconocimiento de lo que no se sabe, pero también un punto de partida: «Voy a saber más porque necesito comprender más».

Es entonces cuando la Filosofía se vuelve útil, práctica y necesaria, porque ella es la gran educadora; es la que nos enseña. No vamos a llegar a ser sabios, pero por lo menos tendremos algunos temores menos, alguna dudas menos de las que teníamos antes; no vamos a mirar la Gran Verdad, pero empezaremos a tener algunas certezas.

Una buena educación forma y transforma, a nosotros mismos y a las sociedades en las que vivimos.