La poesía, como todo lo importante en la vida, es difícil de definir. Antes que nada, la poesía es Arte. El diccionario de la RAE la define como: “Manifestación de la Belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa. Como señala la definición anterior, son elementos fundamentales de la poesía, el ritmo y la PALABRA.
Todas las cosas poseen una palabra interna que designa su esencia. Aparte del significado gramatical del lenguaje, hay un significado mágico y profundo que nos acerca al alma de las cosas. El poeta debe descubrir ese genio recóndito, ese pasado mágico que guarda la palabra, convirtiéndola en el puente por el que transitan ideas, sentimientos, valores que son propios del hombre más allá de épocas y modas.
La poesía no tiene pasado ni futuro, es el verbo creado y creador que se desarrolla en el amanecer de la humanidad. Su finalidad es señalar la distancia que va de lo que vemos a lo que imaginamos. El poeta crea fuera del mundo que existe, crea el que debiera existir, trata de expresar lo inexpresable. Es el lenguaje de la Creación, el lenguaje de los que intentan descifrar el paso por el mundo, de los que quieren escuchar el latido de la existencia, de los que buscan descubrir el sonido del Universo. En la garganta del poeta, el Universo busca su voz, la belleza encuentra su manifestación más íntima.
El poeta percibe los lazos sutiles que unen las cosas, oye las voces secretas de los corazones y hace que se den la mano vocablos que expresan realidades aparentemente enemigas, rompiendo los velos que las separan.
Cuando el lenguaje se convierte en un ceremonial y se presenta con la luz de su pureza inicial, ajena a todas las vestiduras superficiales que no encubren ideas verdaderas, el poeta se transforma en el Maestro que nos tiende la mano para conducirnos más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de la razón y la fantasía, más allá de la vida y de la muerte, más allá del espacio y del tiempo, más allá del ultimo horizonte, más allá del espíritu y la materia más arriba del vértice de la pirámide . Sus ojos contemplan una realidad más sublime que hace de la palabra fuego vivo. Y es esa llama ardiente de la palabra interna la que, dejando de lado los razonamientos y los argumentos especulativos, abre el alma del ser humano y le da alas transportándolo a un plano superior. Es entonces cuando estamos ante la “verdadera poesía”, una poesía trascendente, comprensible y bella.
Recogiendo la idea platónica de que la poesía está relacionada con lo Bello y es un resplandor de lo Verdadero, ésta puede ser un elemento alquímico que permita, no solo transformar sino transmutar la realidad del hombre despierto. Por todo ello la poesía es un desafío a la razón, porque a través de ella somos capaces de rebasar el significado físico de las palabras, somos capaces de proyectar nuestra mirada hacia el alma de las palabras y es entonces cuando se produce ese acto alquímico que va del comprender al VER, acercándonos de manera natural a las Ideas Primeras, a los Arquetipos.
Para terminar me permitiréis dedicar un recuerdo a uno de los mejores poetas de la literatura española, Juan Ramón Jiménez, quien en su libro Eternidades nos presenta la poesía como la búsqueda de la esencia de la vida:
¡Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas!
…Que mi palabra sea la cosa misma, creada por mi alma nuevamente…
Mª Dolores Gómez